lunes, 13 de septiembre de 2010

Generación del Cincuenta


La Vanguardia y el Realismo Social, Generación de 1954. (Nacidos entre 1924-1953).

Esta generación que es la que está en pleno dominio en el seno de la literatura nacional, tuvo sus nombres en otros países. En México se le llamó Generación de la Espiga Amotinada. En Argentina Generación de los Parricidas, en Chile Generación del Medio Siglo.

Nosotros asumiremos esta última denotación: generación de la década de los 50. Tiene dos fases. Una de ellas empieza con los nacidos entre 1924 y 1939, y la otra comienza con los nacidos entre 1940 y 1959.

Los escritores de la primera fase son los siguientes:

Héctor Bermúdez Milla (1924- ), Oscar Castañeda Batres (1925- ), Felipe Elvir Rojas (1927- ), David Moya Posas (1929-1970). Antonio José Rivas (1924), Héctor Bermúdez Milla (1927), Pompeyo del Valle (1929), Jaime Fontana (1924), Nelson Merren (1931), David Moya Posas (1929), Miguel R. Ortega (1922), Roberto Sosa (1930), Filadelfio Suazo (1932), Angel Valle (1927), Justiniano Vásquez (1929), Armando Zelaya (1928), Tulio Galeas (1934), Oscar Acosta (1933) y otros.

Los escritores de una segunda fase de esta generación son los siguientes:

Rigoberto Paredes (1948), José Luis Quesada (1948), Ricardo Maldonado (1949), Roberto Castillo (1950), Alexis Ramírez (1953), Galel Cárdenas Amador (1945), Eduardo Barh (1940), Julio Escoto (1942) y otros.

La década del cincuenta es profundamente importante por cuanto llega a tomar conciencia una nueva clase social que es el proletariado. La gran huelga de 1954 marca una etapa decisiva en la literatura nacional, pues ahí en esa gesta nacional donde se fundan las bases de una nueva literatura de vanguardia y del realismo social. Sin estudiar a fondo ese proceso no se puede medir y juzgar lo que será la literatura nacional.

En el decurso del tiempo. En esa época se configura una real modernización de la literatura hondureña, ya que el país se ha renovado en las estructuras del estado. Esta generación tendrá como síndrome el problema del compromiso social del escritor sin que se convierta tampoco en una generación militante; sin embargo, la literatura de este período propone la reivindicación de valores sociales que son difundidos e impulsados por la literatura continental.

Rigoberto Paredes elogia en su obra "Honduras, Medio Siglo de Historia Literaria (1935-1985)" a poetas, narradores, teatristas, ensayistas y pintores de la Generación del 50. Unos pocos de ellos serán tema de estudio para este blog. Los mencionados artistas destacados por Paredes son:


Poetas:
  1. Antonio José Rivas
  2. Pompeyo del Valle
  3. Roberto Sosa
  4. Nelson Merren
  5. Oscar Acosta
Narradores:
  1. Marcos Carías Zapata
  2. Eduardo B ähr 
  3. Julio Escoto
Teatristas:
  1. Francisco Salvador
  2. Saúl Toro
Ensayista:
  1. Ramón Oquelí
Pintores:
  1. Arturo Luna
  2. Juan Ramón Laínez

Bibliografía:
  • Autores varios (1991) Primer Simposio de Literatura Hondureña. Honduras. Editorial Universitaria  

Poetas de la Generación del Cincuenta

Con los poetas de la generación del cincuenta, la poesía hondureña, vista no a través de poemas aislados, sino en sentido global, rompe viejos moldes, da un viraje completo y se pone al día con el pulso americano. Además de la importante labor desarrollada por Clementina Suarez, los nombres que hicieron posible tal hecho son: Antonio José Rivas (1924); Pompeyo del Valle (1929); Roberto Sosa (1930); Nelson Merren (1931) y Oscar Acosta (1933).

Tales poetas arriban a la mayoría de edad cuando en el país se vive bajo las implicaciones ominosas de la dictadura del General Tiburcio Carías Andino. Cuando éste se retira del poder (1949), el hegemonismo norteamericano termina de consolidarse y se profundiza el nivel de dependencia y explotación. Con ello, las tensiones sociales se agudizan y dan paso al surgimiento del proletariado campesino como fuerza organizada cuyo poder se hace evidente en la gran huelga que conmocionará al país en 1954.

De cara a esa realidad, algunos miembros de la generación del cincuenta (concretamente Pompeyo del Valle en el campo de la poesía y Ramón Amaya Amador en el de la narrativa) asumen una actitud de involucramiento directo en las luchas políticas e ideológicas que literalmente estremecen la vida nacional. Pompeyo del Valle, inclusive conoce la cárcel y las novelas de Amaya Amador se leen en forma subterránea en los campos bananeros. Todavía hay ancianos que guardan la novela en Prisión Verde (1950) consentido de ocultamiento, cercano recuerdo del terror que tuvieron que afrontar por guardar dicha obra en sus modestas viviendas de las zonas controladas por la compañía extranjera.

En los otros poetas, la actitud cuestionadora se mantendrá a través de una obra muy lúcida que revela, en forma directa o al tras luz, las grandes fisuras del sistema. Con diversos grados de impacto, con diversos niveles de compromiso, las obras que fueron abriendo camino son: La ruta fulgurante (1956) y El fugitivo (1963) de Pompeyo del Valle; Poesía menor (1957) de Oscar Acosta; Mitad de mi silencio (1964) de Antonio José Rivas; Calendario Negro (1968) y Color de exilio (1970) de Nelson Merren y Los pobres (1969) y Un mundo para todos dividido (1972) de Roberto Sosa.

Bibliografía:

  • Autores varios (1991) Primer Simposio de Literatura Hondureña. Honduras. Editorial Universitaria  

Antonio José Rivas

Este magnífico poeta hondureño, perteneciente a la Generación Literaria del 45-60; en unión de Oscar Acosta, Roberto Sosa, Pompeyo del Valle y otros, nació en la ciudad de Comayagua, cabecera del Departamente del mismo nombre, en 1924.

A los 61 años de edad, es un poeta respetado y admirado por la fluidez de su verso, a veces enmarcado en un buen burilado soneto, o bien en la conjunción del eptasílabo con el alejandrino, para hacerlo menos serio y más elegre.

Antonio José Rivas hizo sus estudios primarios y secundarios en su pueblo natal, y luego estudió Leyes en la Universidad de Nicaragua y Honduras.

En 1950 obtuvo la Flor Nacional en los Juegos Florales de la ciudad de León, Nicaragua; y posteriormente el Segundo Premio de Poesía del Club Rotario Hondureño, en 1964.
Su obra principal es un Poemario titulado “Mita de mi silencio”, impreso en la Editorial “Suárez Romero” de Tegucigalpa, 1964.

Su producción poética se encuentra dispersa en periódicos y revistas hondureñas.

Aislado en la antañona ciudad de Comayagua, la lección de Antonio José Rivas también ha sido fundamental. En Mitad de mi silencio (1964), por la preponderancia de metáforas e imágenes trabajadas con extremo cuidado, el uso de la palabra adquiere un sentido escultórico, de delectación en su calidad plástica que recuerda la rica tradición del barroco español. Pero la joyería lingüística del poeta no se queda solo en la dimensión lúdica. Hay (como en toda actitud de filiación barroca y neo barroca) una raíz de angustia que aflora cuando menos se espera. De ahí que en Mitad de mi silencio el dolor social también tenga su cuota, tal como observamos en el excelente poema “Mi patria”.

Antonio José Rivas es un poeta serio, ambicioso y fluido.

Bibliografía:

  • Martínez, J. (1987) Literatura Hondureña y su Proceso Generacional. Tegucigalpa, Honduras. Editorial Universitaria. 
  • Autores varios (1991) Primer Simposio de Literatura Hondureña. Honduras. Editorial Universitaria 
Imagen extraída de:  http://www.egrupos.net/albumPhoto/853963/photo_17.jpg

Poema de Antonio José Rivas

Mi patria


Mi patria es una rosa memorable
Sorprendida en el pecho.
Siempre que la pronuncio se descubre
Que le beso la frente
Morazán la eterniza leve y alta,
Pero en el mar me pesa.
Mi patria es una niña
Que aun se busca detrás de los espejos;
Y en la baba de un pez desamorado
Se resbala su nombre.
No hay manera más honda de mirarla
Que pérdida en mis ojos:
Le oigo su lento mundo de ceniza
Y paz deshabilitada;
Un alto rió irremediablemente
Le moja la tristeza;
La sangre se le quiebra en la cintura:
Mitad de la esperanza,
Y es su cuerpo una alondra sollozada
Aunque nadie lo diga.
Mi patria es una lágrima desnuda
Que se esconde en los ojos.
Se diría que todas las cascadas
Le han bebido la risa.
Yo ni siquiera puedo suspirarla
Porque me duele el aire.
La guardo con amor en estas letras:
¡Quiero vivir un poco!


Tema: El tema del poema Mi Patria por Antonio José Rivas contiene dos temas, el primero es el amor y admiración por la patria, Honduras, y el segundo es un dolor por el sufrimiento que por el que está pasando.


Métrica: El poema contiene solo dos tipos de versos heptasílabos y endecasílabos.


Figuras literarias: Encontramos cinco figuras literarias, la anáfora, metáfora, personificación, hipérbole y exclamación retórica.


  • Anáfora: “Mi patria es una rosa memorable / Sorprendida en el pecho. / Siempre que la pronuncio se descubre / Que le beso la frente / Morazán la eterniza leve y alta, / Pero en el mar me pesa.” Se traducen planos reales a imaginarios. Se utilizan diversas metáforas bajo la suposición de que la patria es una rosa que se le besa la frente, etc.
  • Metáfora: “Mi patria es una rosa memorable”, “Pero en el mar me pesa. / Mi patria es una niña”, “Y en la baba de un pez desamorado / Se resbala su nombre.”, “Le oigo su lento mundo de ceniza”, “La sangre se le quiebra en la cintura”, “Y es su cuerpo una alondra sollozada”, “Mi patria es una lágrima desnuda”, “Le han bebido la risa.”, “Porque me duele el aire.” En ésta serie de versos extraídas del poema, se comparan los objetos con relación a la semejanzas que hay entre ellas.
  • Personificación: “Que le beso la frente”, “Mi patria es una niña” “La sangre se le quiebra en la cintura”. Se le atribuyen características humanas a la patria.
  • Hipérbole: “Porque me duele el aire.” Se ofrece una visión desproporcionada de la realidad al afirmar que el aire duele
  • Exclamación retórica: “¡Quiero vivir un poco!” Se busca dar emotividad al mensaje con ésta exclamación.


Bibliografía: Rivas, A. (s.f.) Enplenitud. Extraído el 13 de Septiembre de 2010, de http://blogs.enplenitud.com/ciudaddeletras/2007/10/03/dos-poemas-de-antonio-jose-rivas-aguiluz/

domingo, 12 de septiembre de 2010

Pompeyo del Valle

Nació en Tegucigalpa el 26 de octubre de 1929. Allí ejerció el periodismo en el diario El día y en la redacción de la Revista de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.

La más clara cualidad de Pompeyo del Valle reside, precisamente, en su sencillez, en la diafanidad de su lenguaje, con esa sensación de creerse, y ser, en todo momento, poeta. Desde su primer libro, La ruta fulgurante, de fuerte acento revolucionario, la vitalidad y el optimismo, en cualquiera de los temas tratados, son características de su poesía. Con Óscar Acosta, publicó igualmente una recopilación de poemas de varios autores sobre Exaltación de Honduras.

La ruta fulgurante, libro publicado dos años después de la huelga bananera, responde a un momento de ascenso en el movimiento obrero hondureño. En consonancia con la euforia que se vive en el ambiente, el libro es profundamente optimista. Tras él está Neruda. Pero sus temas y la exaltada conminación a levantarse siguen teniendo validez (“No somos ratas. Somos hombres/ tenemos el deber de cantar y edificar/ haciendo honor al género humano”). Encontramos textos que acuden al cliché didáctico-político. Sin embargo, los sentimos animados de una gran dosis de sinceridad y rebeldía. Su “Discurso para negar la muerte de Sandino”, de título de gran frescura, sigue siendo uno de los mejores poemas al héroe de las Segovias.

En El fugitivo, sin dejar de lado la vertiente de compromiso social en el poema “La Paloma”, Pompeyo del Valle empieza a pulsar otra cuerda: “La de la poesía amorosa e intimista. Ésta-la del mejor Pompeyo del Valle-se continúa a lo largo de todas sus obras. En ella encontramos una transparente lírica de cristal cuya característica más relevante es la presencia de una fina emoción que se entrega mediante una gran sencillez.

Otras obras de Pompeyo del Valle: Antología mínima (1958), Cifra y rumbo de abril (1964), Monólogo de un condenado a muerte (1978), Ciudad con dragones (1980) y Duración de lo eterno (1989). Estos libros, tanto como los mencionados, poseen una relativa irregularidad. Es necesario espigar. Pero la labor de desbrozamiento queda compensada por la calidad de algunas piezas en las cuales se esconde una reflexión o se capta un estado de ánimo, no por fugaz, menos intenso. Quizás por este rumbo se oriente una de las lecciones que Pompeyo ha dado a través de su poesía.


Bibliografía: 
  • Valle, P. (s.f.) Fortunecity. Extraído el 12 de Septiembre de 2010 de, http://members.fortunecity.com/mundopoesia2/autores/pompeyo_del_valle.htm
  • Autores varios (1991) Primer Simposio de Literatura Hondureña. Honduras. Editorial Universitaria  

Imagen extraída de: http://www.ipernity.com/doc/fdc/957975

La Poesía de Pompeyo del Valle

Miembro de la “Generación del cincuenta”, el aporte de Pompeyo del Valle (Tegucigalpa, 1929) ha sido decisivo en el rumbo que en las últimas décadas ha tomado la poesía hondureña a la cual ha sumado los títulos siguientes: La ruta fulgurante (1956), Antología mínima (1958), El fugitivo (1963), Cifra y rumbo de abril (1964), Nostalgia y belleza del amor (1970), Monólogo de un condenado a muerte (1978), Ciudad con dragones (1980) y Duración de lo eterno (1989).

1. La ruta fulgurante
Toda obra literaria plasma, en cualquiera de sus opciones, la relación entre el escritor y el grupo social. Para el “realismo crítico”, el artista, si es auténtico, tiende a reflejar las contradicciones existentes en la sociedad. Pompeyo del Valle, en una de las facetas de su trabajo, lleva a la práctica el conocido principio luckacsiano, indispensable para entender La ruta fulgurante, una obra con un trasfondo esencial: la gran huelga bananera del 54, hecho que significó un avance cualitativo en el movimiento obrero de Honduras y cuyo eco de optimismo y de fe en el poder de la organización popular es fácilmente percibible en todo el libro:

Estamos aquí
para ser su eco (se refiere a la “voluntad popular”)
para hacerla triunfar.
vivimos con el pueblo,
en él, por él,
diciendo con palabras concisas
las resoluciones de los hombres.
………………………………………………………..
Nuestras canciones son anchas como la Tierra
y las incorporamos a nuestra dura,
terrible lucha.
Unimos nuestras voces
-enlazados por la dialéctica viva del combate-
a las de todos los seres oprimidos.
Ya no soñamos sino sueños posibles
e inscribimos nuestros nombres
en las decisivas, proletarias banderas.

Contra una postura aislacionista, el poeta recuerda el compromiso del escritor con los sectores populares, enfrentados a la “dura/terrible lucha” de la cual el artista (“eco” de la voluntad popular”) no puede abstraerse. La confrontación social antagónica y el papel que en su solución le corresponde al intelectual, inscrito “en las decisivas, proletarias banderas”, se objetivan con nitidez y constituyen temas recurrentes en La ruta fulgurante.

A casi cuarenta años de haber sido escritos, después de escuchar ideas similares en canciones y proclamas, versos como los transcriptos pueden sonar a clichés. Pero en 1956 eran impactantes. Traducían el momento de euforia política y –lo que es más relevante- estaban respaldados por la militancia política del autor. La confluencia teórica-práctica avalaba la creación poética. Tanto en planos estéticos como humanos, los versos de Pompeyo del Valle asumían el rol de un manifiesto.

En La ruta fulgurante encontramos el germen de lo que posteriormente constituirá el aporte más significativo de Pompeyo del Valle a la lírica hondureña: el de la poesía intimista, atenta a la capacitación de los movimientos sutiles del espíritu. Una poesía cuya fuerza radica en el fondo emocional que la sustenta. En este libro, un ejemplo, no totalmente logrado, es “Elegía para una perrita llamada Lassie”:

Tú no lo sabes, Lassie, pero así,
así, sencillamente como tú, así, pequeña Lassie, sobre el mundo
todos los días mueren muchos hombres.

Ante esas muertes el poeta se rebela. También lo hace por los “muchos dolores” que “deambulan silenciosos por las calles”. Pompeyo del Valle no se conforma con el sufrimiento. Pretende acabar con las causas sociales que lo provocan o lo intensifican. Por ello, La ruta fulgurante, hasta en el título, es un libro de carácter combativo. Justamente, por esta razón, con relativa frecuencia, deriva hacia un tono grandilocuente y enfático dirigido expofresamente sobre el lector para obtener una respuesta de éste: su toma de conciencia de la situación existente en el país. En este sentido, la intención utilitaria de la poesía es evidente y lastra muchos de los textos. Pero en el libro –como señala Galel Cárdenas- se percibe “sinceridad”, “vitalidad” y “autenticidad política”. Estas virtudes –en poemas como los comentados- explican el porqué del papel que Pompeyo del Valle ocupa en nuestras letras.

2. El fugitivo

El fugitivo, pese a la aparente negatividad del título, se enmarca en la misma atmósfera de La ruta fulgurante. Poesía de militancia revolucionaria y de sinceridad desbordante que expresa el gozo de vivir y exalta la libertad, la solidaridad, el amor, el trabajo, la unidad popular y la capacidad transformadora del hombre. Poesía en donde –como contraparte- se rechaza la explotación y se denuncia la persecución política.

3. Cifra y rumbo de abril

Con ilustraciones de Alvaro Canales, siete breves poemas (134 versos) conforman Cifra y rumbo de abril, libra cuya dedicatoria –a Manuel Cáliz Herrera y Juan Pablo Wainwright- se encuentra en consonancia con el contenido: a manera de mural, al cumplirse diez años de la gran huelga bananera, el poeta (como lo hace Canales con la primera ilustración) proclama su validez: expone las condiciones sociopolíticas del país; ratifica la necesidad de la lucha popular; recuerda a un dirigente muerto y señala a instituciones que polarizan el antagonismo de clase (“Ejército asesino” – Partido Comunista).

4. Nostalgia y belleza del amor

Veinticuatro poemas encontraremos en Nostalgia y belleza del amor. “Estudio de mi madre”, “Estudio de una niña”, “Estudio de un gato”, “Muchachas de los internados”, “Niños del arroyo”, “Enigma”, “Memoria de esta luz”, “3 canciones para encontrar un camino”, “El pájaro”, “La palabra libertad” y “Si hubiéramos tenido una casa” pueden figurar en cualquier antología. En los trece restantes, la fácil solución, el lugar común y cierta dosis de snobismo impiden la valoración positiva global del poemario, dedicado –como su nombre proclama- a la manifestación del sentimiento amoroso.

5. Monólogo de un condenado a muerte

En Monólogo de un condenado a muerte encontramos un giro temático que el mismo título anuncia: el pesimismo, la amargura, la pérdida de la juventud, la destrucción de los sueños, la desolación frente a la soledad, la muerte, jalonan los trece poemas y nos conducen a un mundo vacío de solidaridad y esperanza.

6. Ciudad de los dragones

Los dragones, símbolo de agresividad, sirven de acápite sintetizador de la intención de Pompeyo del Valle: trazar sin concesiones laudatorias, aunque con un gran sustrato de amor y fascinación el perfil de Tegucigalpa. Diecinueve poemas bastan para ello.

7. Duración de lo eterno

Conforman este libro diecinueve poemas en donde el tratamiento del tema del amor no logra conmovernos. Sin excepción: soluciones fáciles, adjetivación vacía, lugares comunes y planteamientos carentes de novedad. Duración de lo eterno, un traspiés en la bibliografía del poeta Pompeyo del Valle.


Bibliografía: Umaña, H. (1992) Ensayos sobre literatura hondureña.Tegucigalpa, Honduras. Editorial Guaymuras.

Poema de Pompeyo del Valle

Honduras

Sobre esta Honduras de fusil y caza,
de asfixiado color y amarga vena,
se oye gemir el mapa de la pena
que en murallas de sal de despedaza.

Bajo esta Honduras de metal y maza,
de enterrado perfil -laurel y arena-
como un tumulto de cuchillos suena
la atormentada sangre de la raza.

Pero otra Honduras de potente aurora,
decidida y total y vengadora
alza la frente perseguida y bella.

Porque una tropa juvenil se agita
bajo su cielo y en su voz gravita
el porvenir, fundado en una estrella.


Tema: El poema Honduras trata sobre una Honduras golpeada por guerras y sufrimientos pero que a pesar de esto, se levanta a defender a su pueblo.

Métrica: La métrica del poema Honduras por Roberto Sosa es perfecta, todos sus versos son endecasílabos.

Figuras literarias: En el poema encontramos alegoría, metáfora, símil o comparación y polisíndeton.

  • Alegoría: “Sobre esta Honduras de fusil y caza, / de asfixiado color y amarga vena, / se oye gemir el mapa de la pena / que en murallas de sal de despedaza.” Ésta estrofa refleja un buen ejemplo de alegoría ya que forma una serie ininterrumpida de metáfora.
  • Metáfora: “Bajo esta Honduras de metal y maza, / de enterrado perfil -laurel y arena-.” 
  • Símil o comparación: “Bajo esta Honduras de metal y maza, / de enterrado perfil -laurel y arena- / como un tumulto de cuchillos suena / la atormentada sangre de la raza”. Se hace una comparación de la sangre de las personas suena como un tumulto de cuchillos. 
  • Polisíndeton: “decidida y total y vengadora”. Su utiliza más conjunciones de las necesarias, en este caso el “y”.

Bibliografía:
Valle, P. (29 de Mayo de 2006) Litart. Extraído el 12 de Septiembre de 2010, de http://litart.mforos.com/1192921/6969731-pompeyo-del-valle/

Vida de Roberto Sosa

Inspirado poeta hondureño, con definida formación y temática social, nació en la ciudad de Yoro, cabecera del departamento del mismo nombre, sector norte del país.

Perteneciente a humilde familia yoreña, trabajo le costó abrirse camino dentro de la sociedad hondureña; abrazando ideologías revolucionarias como un reflejo directo del ambiente, a veces hosco y hostil en que le ha tocado vivir.

Llegado a Tegucigalpa, capital de Honduras en busca de oportunidades para poder demostrar su natural vuelo lírico, pronto se dio a conocer como miembro del grupo literario “La voz convocada”, en unión de Eduardo Bähr y José Quesada, también jóvenes poetas con ansias de superación.
Roberto Sosa se abrió camino por sí solo, y para mostrar su profundo amor a las bellas letras, fundó en Tegucigalpa, D.C., la prestigiada revista “Presente”, desde cuyas páginas ha vertido el oro puro de su genio poético y literario.

En el curso de su vida, ha sido encargado de las páginas literarias de los diarios “La Prensa” y “Tiempo” de San Pedro Sula; desde los cuales ha promovido la cultura nacional y universal.
Es miembro del “Pen Club” de Honduras, y de otras instituciones de carácter cultural; y durante algunos años fue catedrático de literatura en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.

En 1968 fue galardonado con el Premio Anual de Literatura y “Adonaís” de España con su libro “Los Pobres”, logrando así su consagración mundial.

Obras publicadas:
  • “Caligramas” (Poesía) Colección Pegaso, Tegucigalpa, 1959.
  • “Muros” (Poesía) Tegucigalpa 1966
  • “Mar interior” (Poesía) Tegucigalpa 1967
  • “Antología de la Nueva Poesía Hondureña” (Selección y notas de Oscar Acosta y Roberto Sosa) Tegucigalpa 1968
  • “Los pobres” (Poesía) Madrid 1969
  • “Breve estudio de la poesía y su creación” (Ensayo) Tegucigalpa 1969
  • "Máscara Suelta" 1994
  • "El llanto de las cosas" 1995
Humilde y silencioso Roberto Sosa ha labrado un brillante destino literario, y es actualmente (1987) uno de los poetas hondureños más leídos en el país.

Reside en Tegucigalpa, D.C., Capital de Honduras dedicado siempre al fomento y promoción de la nueva literatura.


Bibliografía: 

  • Martínez, J. (1987) Literatura Hondureña y su Proceso Generacional. Tegucigalpa, Honduras. Editorial Universitaria.
  • Sosa, R. (8 de Septiembre 2010). Wikipedia. Recuperado el 12 de Septiembre de 2010, de http://es.wikipedia.org/wiki/Roberto_Sosa_%28poeta%29

Imagen extraída de: http://mimalapalabrahn.blogspot.com/2009/01/roberto-sosa-novelista-por-un-da.html

El tema del amor en la poesía de Roberto Sosa

“Poesía social” es –quizá una de las etiquetas más socorridas que se ha colocado sobre la obra del poeta Roberto Sosa. Dentro de lo inexacto de tal designación (¿Qué poesía no es social?), pero aceptando los contenidos que con ella se implican la misma es solo parcialmente correcta ya que el poeta hondureño también ha explotado, con la fuerza expresiva que lo caracteriza, la veta intimista, la de la relación hombre-mujer. Caligramas (1959, conocido solo fragmentariamente), Muros (1966), Otro mar interior (1967) y Máscara suelta (inédito y publicado de forma parcial) será nuestros puntos de referencia.

De Caligramas, con excepción del importante poema “Tegucigalpa”, el autor preferiría no acordarse. Sin embargo, ahí está el origen de algunos rasgos de su posterior lírica amorosa. El poeta acude ya a un símbolo esencial, constante en casi toda la poesía que ahora nos ocupa: la presencia del agua, elemento cuya importancia se deduce al considerar que, con suma frecuencia, Sosa lo reitera, varias veces, en el mismo poema. Comprobamos la presencia y, a la vez, la evolución del motivo del agua en los textos siguientes:

dialogando tu retorno
con las algas y el viento,
con el agua que ascendía
a tu cintura(…)

(“Adiós marino” en Caligramas)

El centro de los mares
adelgazó tu forma
hasta la melodía

………………………………………………

Tendida ahí en la hierba
desnuda como el agua
tuyo es el día que se dobla al viento
a manera de un lirio entre la lluvia,

(“Belleza perfecta” en Muros)

En Máscara suelta –el libro específicamente amoroso de Roberto Sosa- de veintitrés poemas, en doce de ellos, el agua –en sus diversas variantes-está presente.

El agua es la substancia fundamental que nos constituye. Misteriosa, terrible, cálida, dotada de poderes constructivos-destructivos, su simbolismo, por ser abarcador de la existencia, se ha introyectado profundamente en el alma de los pueblos.

En ese sentido, el agua, sería materialización de ese “sistema de virtualidades” de ese “centro de fuerza invisible” o principio potencial de carácter vital, inscrito, como trasunto de toda la experiencia colectiva de la humanidad, en la particular vivencia del poeta. Sosa, en su insistente reiteración del motivo del agua, revalida, pues, el carácter primordial de ésta y la convierte en transmutación poética del conjunto de sensaciones, sentimientos y emociones vinculadas a la mujer. Así, lo recurrente de la fusión agua-mujer podría interpretarse como una forma de evidenciar la supravaloración del elemento femenino, en tanto que el agua es vista, en muchos sistemas cosmogónicos y también por la ciencia misma, como principio de la vida.

Ella, confieso a medio arrullo,
Está hecha de fuentes luminosas y su inteligencia es dulce
Como el agua primera que dio origen al mundo.

(“Sobre el agua” en
M S)

La consideración del agua como génesis de la vida, en su asimilación poética con la mujer, comporta para ésta un status de privilegio: es dadora de la existencia. Por lo mismo, deviene protectora de ésta.

Necesito, lo sabes, las gemelas alturas de tu cuerpo,
su blancura quemada. Y ese pez
que vuela azulinante hacia el final de tus desnudeces
abriendo y cerrando los labios de tu fuerza oscurísima.

(“La estación y el pacto” en M S)

La oposición “blancura quemada” trae a colación otro detalle: el poeta Roberto Sosa, en el ensamblaje de símbolos, acude constantemente al juego bipolar: luz-oscuridad; agua-fuego;agua-luz; amor-muerte.

Esa última especificación (amor-muerte) nos conduce, a la vez a otra reflexión de fondo: el amor, en la poesía de Sosa, carece de un sentido de gozosa plenitud. Está el amor, sí. Pero rodeado de todos los lastres que vedan la llegada al arrebato de tipo místico, el no acceso a un mundo en donde –mediante la fusión amorosa- ha desaparecido todo lo que no sea el otro.

La poesía de amor de Roberto Sosa está impregnada de resabios dolorosos. La efusión amorosa (dentro del mismo poema) no lo hace olvidar “los agujeros de aquellas máscaras envejecidas por el odio” (“La fuente iluminada” en MS), ni la infancia, acorralada/por perros de sombras amaestradas con sangrientos sonidos” (“La ciudad inclinada” en MS). En igual forma, en el poema “El más antiguo nombre del fuego”, pese a afirmar que los amantes “no oyen/sino la música que sus nombres esparce”, el poeta no logra prescindir de nefastas anticipaciones.

Roberto Sosa, pese a la sedimentación dejada por esa suma de dolorosos desencuentros personales y sociales, palpados en el conjunto total de su obra, es un hombre que no se deja aniquilar por el pesimismo o la desesperanza. Siempre encuentra “un rayo de sol del mundo comprendido/ que ha de sobrevivirnos” (“La fuente iluminada” en MS).

Lo anteriormente expuesto demuestra que Roberto Sosa no es sólo el poeta de “poesía social” conocido a través de Los pobres, Un mundo para todos dividido y Secreto militar. Hay, en él, una veta que conduce a estratos anímicos muy hondos: la de su particular respuesta poética a la necesidad de superar (mediante la relación con otro ser) la sensación de aislamiento y soledad. El poeta Roberto Sosa, particularmente en los poemas de Máscara suelta, ha sorteado, en forma feliz y mediante el riguroso trabajo formal, el terreno poderosamente minado de la poesía amorosa.


Biblografía: Umaña, H. (1992) Ensayos sobre literatura hondureña.Tegucigalpa, Honduras. Editorial Guaymuras

Poema de Roberto Sosa

El aire que nos queda

Sobre las salas y ventanas sombreadas de abandono.
Sobre la huida de la primavera, ayer mismo ahogada
en un vaso de agua.
Sobre la viejísima melancolía (tejida
y destejida largamente) hija
de las grandes traiciones hechas a nuestros padres y abuelos:
estamos solos.
Sobre las sensaciones de vacío bajo los pies.
Sobre los pasadizos inclinados que el miedo y la duda edifican.
Sobre la tierra de nadie de la Historia: estamos solos
sin mundo,
desnudo al rojo vivo el barro que nos cubre, estrecho
en sus dos lados el aire que nos queda todavía. 


Tema: El tema que encierra el poema “El aire que nos queda” por el Roberto Sosa es la soledad, la soledad, miedo y desesperanza que sufre no solo una persona sino que sufre todo un pueblo al ser traicionado. Éste poema va de acuerdo a lo que sufría el pueblo Hondureño en esa época, con golpes de estado y represión a los trabajadores.

Métrica: El poema es corto sin embargo está compuesta en su mayoría por versos de arte mayor, solo contiene tres versos de arte menor. Hay trisílabos, pentasílabos, hexasílabos, decasílabos, dodecasílabos, pentadecasílabos y octonarios.

Figuras literarias: Entre las figuras literarias que encontramos en el poema están:
  • Alegoría: “Sobre las salas y ventanas sombreadas de abandono. /Sobre la huida de la primavera, ayer mismo ahogada / en un vaso de agua. / Sobre la viejísima melancolía”. Serie de ininterrumpida de metáforas.
  • Metáfora: “Sobre las salas y ventanas sombreadas de abandono. /Sobre la huida de la primavera, ayer mismo ahogada / en un vaso de agua. / Sobre la viejísima melancolía. / Sobre los pasadizos inclinados que el miedo y la duda edifican.”
  • Antítesis o contraste: “tejida /y destejida largamente” se exponen dos ideas contrarias.

Bibliografía: Sosa, R. (9 de Marzo de 2003) Poemasde. Extraído el 12 de Septiembre de 2010, de http://www.poemasde.net/el-aire-que-nos-queda-roberto-sosa/

Biografía Nelson Merren

Tradicionalmente, la vida cultural del país se ha centralizado en Tegucigalpa. Sin embargo, a mediados de la década del sesenta, en la ciudad de La Ceiba, se empieza a nuclear “La voz convocada”, grupo que tendrá como uno de sus impulsadores a Nelson Merren, escritor cuyo conocimiento del inglés lo pone en contacto con lo mejor de la poesía norteamericana, prácticamente ignorada en nuestro medio, en donde él empieza a divulgarla, inclusive, con traducciones personales. Ese sustancial elemento de fondo más su apasionada lectura de grandes poetas hispanoamericanos (sobre todo Neruda y Gabriel Amistral) y sus dolorosos vivencias, especialmente de índole nerviosa, crearon un sustrato que se desdoblaría en una actitud imprecatoria hasta entonces desconocida en el país. Su trayectoria va, de una poesía que en Calendario negro recuerda los procedimientos de metaforización utilizados por Rivas, a una poesía que perfectamente puede incluirse en los amplios linderos de la antipoesía latinoamericana, según comprobamos en Color de exilio, en donde Merren rompe tabúes linguisticos y temáticos y permite que el vanguardismo (en su vertiente iconoclasta) se defina en nuestro país. Por su actitud irreverente, por la inclusión de formas cotidianas de la lengua, por la parodia de “fórmulas” tipo Selecciones del Reader’s Digest, por su agresiva interprtación de sí y de la sociedad, Nelson Merren conforma un mundo poético del cual arranca uno de los brotes más importantes de la poesía hondureña actual (la representada por Alexis Ramírez, Rigoberto Paredes, Juan RamKón Saravia y José Gonzales).

Nelson Merren nació en La Ceiba, Honduras el 10 de Diciembre del año 1931. Curso la carrera de Odontología en la Universidad de Salvador y al finalizarla ejerció en su ciudad de origen.

El lugar donde publicó sus primeros poemas fue en la revista “Honduras Literaria” para el año 1963. Dicha revista pertenecía a la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.

A los 38 años recibió el Primer Premio Juan Ramón Molina en el campo de la poesía por su obra “Color de Exilio”. Actualmente pertenece al grupo literario “La Voz Convocada” de La Ceiba. Entre sus obras publicadas están: Calendario Negro (1968), Color Exilio (1970) y  Mundo de cubos (Obra completa y publicada de forma póstuma en 2007)


Bibliografía:

  • Autores varios (1991) Primer Simposio de Literatura Hondureña. Honduras. Editorial Universitaria
  • Merren, N. (18 de Mayo de 2008). Wordpress. Recuperado el 12 de Septiembre de 2010, de http://nelsonmerren.wordpress.com/pasando/

Imagen extraída de: http://mascarasuelta.blogspot.com/2010/06/nelson-merren.html
 

Poema Nelson Merren

Pasando

Bajo altos edificios
En las aceras
En la algarabía de tomates y repollos
De los mercados
En los elevadores y tranvías
Cruzando puentes
Contestando a gritos
Discutiendo a gritos
Llorando a gritos
Sintiendo en la garganta y en los sesos
El aguardiente de una cólera terrible,
Leyendo diarios o revistas
En consultorios pintados de blanco,
Por todos lados, a donde vaya
Aquí, allá, siempre he tenido,
Tengo en los ojos ante mí
Ese color de cuernos negros,
Tengo en la boca, siempre,
Ese sabor a exilio.


Tema: Este poema de Nelson Merren titulado Pasando trata de una persona en agonía por haber sido expulsado de su país, por su exilio. Expresa que con el vivir del día a día en un lugar que no es su país, se sufre una terrible cólera.


Métrica: Encontramos variedad en su métrica. Hay versos de arte menor y de arte mayor, siendo los menores los que tienen ocho sílabas o menos y los de arte mayor los de nueve sílabas o más. Sin embargo, predominan los de arte menor. Hay pentasílabos, hexasílabos, heptasílabos, octosílabos, enecasílabos, decasílabos, endecasílabos, decasílabos, tridecasílabo y alejandrino.


Figuras literarias: Encontramos las figuras literarias de metáfora, hipérbole, perífrasis e hiperbatón.
  • Metáfora: “Sintiendo en la garganta y en los sesos / El aguardiente de una cólera terrible,” “Tengo en la boca, siempre, / Ese sabor a exilio.” Se hacen comparaciones de sentimientos utilizando los sentidos.
  • Hipérbole: “Sintiendo en la garganta y en los sesos / El aguardiente de una cólera terrible,”. Se ofrece una visión desproporcionada de la realidad cuando se habla que el aguardiente llega a los sesos con cólera terrible. 
  • Perífrasis: “Por todos lados, a donde vaya / Aquí, allá, siempre he tenido / Tengo en los ojos ante mí”. Se hace un rodeo de palabras cuando después de decir “a donde vaya”, se escribe “aquí, allá” siendo esto redundante e innecesario.
  • Hiperbatón: “Tengo en la boca, siempre, / Ese sabor a exilio.” Se altera el orden gramatical de “Siempre tengo en la boca ese sabor a exilio”.

Bibliografía:
Merren, N. (18 de Mayo de 2008). Wordpress. Recuperado el 12 de Septiembre de 2010, de http://nelsonmerren.wordpress.com/pasando/

Vida de Oscar Acosta

Oscar Acosta, perteneciente a la generación del cincuenta debido a su gran aporte para esa época, nació en la bella ciudad de Tegucigalpa el 14 de Abril de 1933. Al terminar sus estudios primarios pasó al Instituto Central de Varones en donde obtuvo su Título de Bachiller en Ciencias y Letras. A la corta edad de 19 años partió a Perú donde comenzó a realizar según el artículo Reseña Bibliográfica de Oscar Acosta (s.f.)"sus primeras producciones poéticas alejadas del estilo costumbrista dominante hasta entonces en su país".

En 1955 publica su primer libro de poesía titulado “Responso al cambio presente de José Trinidad Reyes”. Siempre residente de Lima, Perú publica dos años después una recopilación de cuentos llamada "El Arca". El mismo año (1957) publica "Poesía menor"; en 1962 en El Salvador publica "Tiempo detenido" de contenido poético; 3n 1971 "Mi país", "Selección 1952-1965" en 1965. Y por último “Antología de la Posía Hondureña” y “Antología del Cuento Hondureño”, conjunto a Roberto Sosa en 1967.

Ha desempeñado el papel de Jefe del Departamento Editorial de la UNAH, Director de la Revista Universitaria, Director de la revista "Honduras Literaria" y la revista "Extra". Secretario del "Pen Club" de Honduras y de la Asociación de Prensa Hondureña (APH).

Entre los premios en su haber están el Premio “Rubén Darío” en el campo de la poesía. El Premio en el Concurso Nacional de ensayo por su trabajo de “Rafael Heliodoro Valle – Vida y Obra”. El Primer Premio en los Juegos Florales Centroamericano y Panamá en el año 1961.

Según el libro de Literatura Hondureña y su Proceso Generacional (1987): “Oscar Acosta es un intelectual nato, completo. Su obra ha sido comentada por los mejores críticos literarios del habla hispana; y también ha desempeñado cargos diplomáticos en varios países europeos.”

Actualmente preside la Academia Hondure;a de la Lengua.


Bibliografía:

  • Martínez, J. (1987) Literatura Hondureña y su Proceso Generacional. Tegucigalpa, Honduras. Editorial Universitaria.
  • Autores varios (1991) Primer Simposio de Literatura Hondureña. Honduras. Editorial Universitaria
  • Media voz (s.f.). Media voz. Recuperado el 12 de Septiembre de 2010, de http://amediavoz.com/acosta.htm 

Imagen extraída de: http://www.latribuna.hn/web2.0/?p=92349



Poesía de Oscar Acosta

La labor de Oscar Acosta (1933), equiparable a la de Nelson Merren, Roberto Sosa, Antonio José Rivas y Pompeyo del Valle –pertenecientes a la llamada “Generación del cincuenta”-, es fundamental en el desarrollo de la poesía hondureña de las últimas cuatro décadas. Sus obras poéticas son: Responso al cuerpo presente de José Trinidad Reyes (1955); Poesía menor (1957); Tiempo detenido (1962); Poesía (antología personal, (1965) y Mi país (1971). En 1976 se publicó Poesía, antología en la cual se incluyen textos pertenecientes a los libros diversos, publicados y otros no.

En Poesía menor cada texto es una concreción de tal manera de concebir el quehacer poético:

Los amantes se tienden en el lecho
y suavemente van ocultando las palabras y los besos.
Están desnudos como niños desvalidos
y en sus sentidos se concentra el mundo.
No hay luz y sombra para sus ojos apagados
y la vida no tiene para ellos forma alguna.
La cabellera de la mujer puede ser una rosa,
extenuada o un río de agua astuta.
El fuego es solamente un golpe oscuro.
Los amantes están tendidos en el lecho.

(“Los amantes”, p.20)

Equiparar la cabellera de la mujer con una rosa “extenuada” o con un río de agua “astuta” revela cierto grado de ilogicismo, tan característico de las tendencias de vanguardia. Notamos, también, una adjetivación de sabor nuevo que anticipa la que, posteriormente, realizará en forma tan depurada el poeta Roberto Sosa.

Cuando todavía en el ambiente literario hondureño se vive bajo la retórica romántica o postmodernista o se explotan los aspectos sonoros de un Neruda, los versos de Acosta se revisten de una gran sobriedad y despunta (en algunos momentos) una poesía cercana a lo conversacional, tal como vemos en más de alguna de las vertientes del vanguardismo:



Tienen algo de ti los vestidos que llevas, los botones
Que protegen tu pecho de las miradas ávidas del mundo
O los zapatos que te conducen sobre la nieve y el sueño.
Algo de ti me llega al observar un color, aspirar un aroma
Que deja alguien, una mujer o una niña, al pasar
Por el viento y continuar su travesía entre las calles que conozco.

(“La presencia en las cosas”, p. 14)


Poesía “menor”, califica el poeta. Y ahí están sus poemas al caballo, a los perros, al árbol solo, a los libros, a los muros y a los parques para corroborar que al escritor le gustaba destacar (con un tratamiento muy amoroso) la suave poesía de las cosas:

A estas alturas vienen las palomas y rayos
A eternizar la fría dignidad de la piedra.
Las alondras vuelan arropándose
De pudor, los árboles contagian su alegría,
Los peces del estanque viajan muchas millas
Sin encontrar el mar que advierten en el aire,
Los niños y las mujeres van tomados de la mano,
Los hombres buscan un valle de ternura

El acercamiento a la poesía de Oscar Acosta –aunque fragmentario por razones de carácter bibliográfico- nos ha permitido entender en que medida, en el proceso poético hondureño, la labor de Oscar Acosta no puede minimizarse. La depuración de sus versos, los aspectos que pone en juego la elaboración de imágenes, el antirretoricismo, el acercamiento a cierto tono coloquial, en momentos cuando todavía esos elementos no habían madurado plenamente en la poesía hondureña, colocan a Oscar Acosta en un sitial de pionero del viraje que –apartir de la generación del cincuenta- dio nuestra poesía, empeñada en sintonizarse, cada vez con mayor madurez, con las grandes corrientes de la poesía de latinoamerica y del mundo.


Bibliogafía: Umaña, H. (1992) Ensayos sobre literatura hondureña.Tegucigalpa, Honduras. Editorial Guaymuras.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Lo maravilloso y lo fantástico en la narrativa de Oscar Acosta

En la década del cincuenta, la narrativa hondureña transita por los campos del criollismo, del romanticismo y, en forma un tanto embrionaria, del realismo socialista. En este ambiente, que prolonga anacronismos más allá de lo observado en otros países de Centroamérica, Oscar Acosta (1933), en El arca (1956), maneja un discurso de vanguardia que, en la mayor parte de los textos, cae dentro de la llamada literatura maravillosa y fantástica.

Lo extra natural o sobrenatural es lo normal. Justamente, el enfoque de ocho de los dieciocho cuentos que conforman El arca. Veamos:

  • “La veleta”: las brujas transforman a un gallo inoportuno en la primera veleta de la historia.
  • “El intrigante”: el intrigante es castigado por los dioses a no encontrar interlocutor. Sin poderlo evitar, a sus propias preguntas, él mismo se responde.
  • “El vengador”: el cacique Huantepeque queda ciego por una maldición divina.
  • “La espada”: el Príncipe Ricardo, aunque se deshace de su espada, no puede evadir que ésta le provoque la muerte, tal como le había vaticinado la bruja.
  • “Palabra de honor”: un comerciante falaz sufre la mutilación de la lengua, respuesta divina a una maldición realizada frente a La Meca por otro comerciante a quién él estafó.
  • “El regresivo”: un hombre de sesenta años involuciona hasta llegar a recién nacido.
  • “El duende”: Se habla de un ser diminuto: fuerza interior que hace soñar y vivir con pasión; se identifica con el yo.
  • “Los poetas”: se afirma la existencia de “molineros celestiales” con los cuales los mayas comparaban a los poetas.

Lo extranatural y la intervención de los poderes o fuerzas sobrenaturales se visualizan como normales. Ni se busca ni se plantea la explicación racional. No hay asombro o extrañeza porque el único orden existente es el maravilloso. Los anteriores relatos – de brevedad extrema- pertenecen o se emparentan, en forma muy cercana, con este género. Seguidamente, una muestra:

Un gallo cantó tanto desde una cúpula que importunó a las brujas que en la noche celebraban en un bosque de Hungría hace setecientos años su sexto congreso mundial. Éstas lo maldijeron ordenándole quedarse inmóvil y mudo donde estaba. Luego se olvidaron involuntariamente de él y desaparecieron entre la sobre. Así nació el primer gallo de lata de la historia o sea la veleta. (“La veleta”, p.13)

Aunque los límites entre lo maravilloso y lo fantástico a veces con imprecisos, en este último gén
ero se percibe la existencia de dos niveles: el mundo “real” y el sobrenatural. Lo insólito irrumpe como infracción al orden establecido y ello suscita el aparecimiento de una vacilación entre la explicación natural y la sobrenatural. Lo fantástico –dice Todorov- “se define por la percepción ambigua que el propio lector tiene de los acontecimientos relatados”.

Existe otra variante de la literatura fantástica que Oscar Acosta bordea: la que no precisa de elementos extranormales o sobrenaturales en sí. En este caso basta descender a las reconditeces de la conciencia o subconciencia para encontrar mayor complejidad y misterio que en cualquier monstruo creado por la imaginación más delirante. He aquí el cuento completo de “El cazador”:

Antes de la cacería el hombre soñó que era un altivo ciervo y al mismo tiempo su propia persona que disparaba contra el animal. Al día siguiente se le presentó la ocasión de cobrar una buena pieza, idéntica a la de su sueño, que lo miraba con ojos asustados al lado de su antiguo roble de bosque. El hombre apuntó con su escopeta a la frente con todo cuidado y disparó.
Sus acongojados compañeros de caza lo encontraron tres horas más tarde junto al roble con el cráneo partido por un rayo.
(pp. 39-40)

Oscar Acosta, en El arca, se aparta de la modalidades tradicionales que observamos, por ejemplo, en Cuentos de amor y de la muerte de Froylán Turcios. En Acosta existe una sensibilidad nueva que se puede ubicar dentro de los parámetros de lo maravilloso y fantástico, pero tal como los concibe la estética del siglo XX.

Acosta elimina lo tenebroso romántico, de truculencias basadas en fantasmas, cementerios, ánimas en pena y seres de ultratumba, tal como era propio del romanticismo; tampoco acude al planteamientos criollistas que, separando el mundo “real” del mundo “sobrenatural”, hacen de éste un producto de la superstición popular; asimismo, cambia el ámbito rural y local por la referencia cosmopolita; trabaja planos de irrealidad en donde la imaginación, más que trazar una escena verídica, construye una anécdota para indagar o aludir a un concepto universal. También, del discurso narrativo elimina la joyería modernista para entregarnos un lenguaje soberbio y directo del cual están ausentes la ampulosidad y el retoricismo. Evita las digresiones personales para construir relatos de aparente objetividad y frialdad, textos impersonales dentro de una línea cerebral que, más que enunciar abiertamente, sugiere y problematiza por el abanico de posibilidades interpretativas que despliega ante el lector.

Por ésas y otras razones, El arca es un texto de ruptura con la tradición narrativa hondureña que, quizá por haber sido publicada en El Perú, o por un deliberado marginamiento de corte ideológico ejercido contra el autor, careció de inmediatos continuadores en el solar partió. En este sentido habrá que esperar hasta fines de décadas de los sesentas para que Julio Escoto, Eduardo Bähr y Marcos Carías Zapata realicen el segundo y definitivo momento de ruptura.

Bibliografía: Umaña, H. (1992) Ensayos sobre literatura hondureña.Tegucigalpa, Honduras. Editorial Guaymuras

Poema Oscar Acosta



Formas de Amor (1959) de Oscar Acosta



“Niña invicta,
te he visto ya en las onzas españolas”
Medardo Mejía

Mis manos tocan, niña mía, tu rumorosa piel,

tu dulcísima carne que tranquilos ángeles habitan,
tu cabellera suave,
tu corazón pequeño.

Oye la campana del día

apagando el luto de la noche
mira la luz que silenciosamente nos cubre,
mira el cielo:
ese jardín sobre tu pecho;
respira el aire quieto
que el ruiseñor anuncia con su lanza,
conduce tu desamor
a un lago sepultado
y háblame con tus labios excelsos.

Llegué a sentir sobre las manos

el agua efímera,
el verano derribando sus torres,
el abismo cerrando sus ventanas,
el fruto abandonado,
el mar abriéndose las venas,
el fuego hundido,
hasta que tú, niña mía,
perfecta virgen repetida,
me entregaste tu rostro.

Veo de cerca la copa

confusa de las aguas,
busco tu claro nombre entre las rosas,
tu dulzura en la esencia de los árboles,
tu vigilia en el beso,
tu olor en los duraznos,
tu luz en el rocío
y me doy cuenta sorprendido
que todo me lo traes, niña mía,
con tu mano sagrada.



Tema: El tema que encierra éste poema de Oscar Acosta es de amor y pasión por una mujer. El narrador ve en la mujer a la que le dedica el poema una salida a los males que lo afectan. Ve en su belleza una salida, esperanza y tranquilidad.

Carlos Acosta publica este poema en el año 1959, época en la que había gran tensión social y política debido a la reciente huelga del 54 en donde la clase del proletariado toma gran importancia generando roces y enemistad entre sectores. Sin embargo, se siguen publicando poemas de índole románticos dedicados al amor que son un verdadero respiro en una época tan turbulenta.


Métrica:
La métrica de Formas de amor es variable, hay versos de arte menor y mayor combinados en cada estrofa. Por ejemplo en la primera podemos encontrar un verso tetrasílabo, un endecasílabo y hexasilabos (el tetrasílabo y hexasílabo pertenecen a verso de arte menor y el endecasílabo pertenece al arte mayor).

Figuras Literarias: En "Formas de Amor" podemos encontrar tres tipos de figuras literarias, la anáfora, metáfora, hiperbatón y personificación.
  • Anáfora: “busco tu claro nombre entre las rosas,/ tu dulzura en la esencia de los árboles,/ tu vigilia en el beso,/ tu olor en los duraznos,/ tu luz en el rocío”. Se considera anáfora ya que mediante una serie ininterrumpida de metáforas, se traducen planos imaginarios a planos reales. El personaje busca elementos intangibles en lugares donde éstos no se pueden encontrar. 
  • Metáfora: Esta es la figura literaria que más se encuentra en el poema. tu dulcísima carne que tranquilos ángeles habitan,”, “apagando el luto de la noche”, “ese jardín sobre tu pecho”, “Llegué a sentir sobre las manos…/ el verano derribando sus torres,/el abismo cerrando sus ventanas,”, “el mar abriéndose las venas,” “Oye la campana del día/ apagando el luto de la noche” “respira el aire quieto/ que el ruiseñor anuncia con su lanza,” son algunos de los ejemplos encontrados en "Formas de Amor".
  • Hiperbatón: "Mis manos tocan, niña mía, tu rumorosa piel,”. En éste verso se alteró el orden gramatical de "Niña mía, mis manos tocan tu rumorosa piel" utiliazando el hiperbatón.

Bibliografía: Acosta, O. (19 de Enero de 2003). Poemasde. Recuperado el 8 de Semptiembre de 2010, de http://www.poemasde.net/formas-del-amor-oscar-acosta/