lunes, 13 de septiembre de 2010

Generación del Cincuenta


La Vanguardia y el Realismo Social, Generación de 1954. (Nacidos entre 1924-1953).

Esta generación que es la que está en pleno dominio en el seno de la literatura nacional, tuvo sus nombres en otros países. En México se le llamó Generación de la Espiga Amotinada. En Argentina Generación de los Parricidas, en Chile Generación del Medio Siglo.

Nosotros asumiremos esta última denotación: generación de la década de los 50. Tiene dos fases. Una de ellas empieza con los nacidos entre 1924 y 1939, y la otra comienza con los nacidos entre 1940 y 1959.

Los escritores de la primera fase son los siguientes:

Héctor Bermúdez Milla (1924- ), Oscar Castañeda Batres (1925- ), Felipe Elvir Rojas (1927- ), David Moya Posas (1929-1970). Antonio José Rivas (1924), Héctor Bermúdez Milla (1927), Pompeyo del Valle (1929), Jaime Fontana (1924), Nelson Merren (1931), David Moya Posas (1929), Miguel R. Ortega (1922), Roberto Sosa (1930), Filadelfio Suazo (1932), Angel Valle (1927), Justiniano Vásquez (1929), Armando Zelaya (1928), Tulio Galeas (1934), Oscar Acosta (1933) y otros.

Los escritores de una segunda fase de esta generación son los siguientes:

Rigoberto Paredes (1948), José Luis Quesada (1948), Ricardo Maldonado (1949), Roberto Castillo (1950), Alexis Ramírez (1953), Galel Cárdenas Amador (1945), Eduardo Barh (1940), Julio Escoto (1942) y otros.

La década del cincuenta es profundamente importante por cuanto llega a tomar conciencia una nueva clase social que es el proletariado. La gran huelga de 1954 marca una etapa decisiva en la literatura nacional, pues ahí en esa gesta nacional donde se fundan las bases de una nueva literatura de vanguardia y del realismo social. Sin estudiar a fondo ese proceso no se puede medir y juzgar lo que será la literatura nacional.

En el decurso del tiempo. En esa época se configura una real modernización de la literatura hondureña, ya que el país se ha renovado en las estructuras del estado. Esta generación tendrá como síndrome el problema del compromiso social del escritor sin que se convierta tampoco en una generación militante; sin embargo, la literatura de este período propone la reivindicación de valores sociales que son difundidos e impulsados por la literatura continental.

Rigoberto Paredes elogia en su obra "Honduras, Medio Siglo de Historia Literaria (1935-1985)" a poetas, narradores, teatristas, ensayistas y pintores de la Generación del 50. Unos pocos de ellos serán tema de estudio para este blog. Los mencionados artistas destacados por Paredes son:


Poetas:
  1. Antonio José Rivas
  2. Pompeyo del Valle
  3. Roberto Sosa
  4. Nelson Merren
  5. Oscar Acosta
Narradores:
  1. Marcos Carías Zapata
  2. Eduardo B ähr 
  3. Julio Escoto
Teatristas:
  1. Francisco Salvador
  2. Saúl Toro
Ensayista:
  1. Ramón Oquelí
Pintores:
  1. Arturo Luna
  2. Juan Ramón Laínez

Bibliografía:
  • Autores varios (1991) Primer Simposio de Literatura Hondureña. Honduras. Editorial Universitaria  

Poetas de la Generación del Cincuenta

Con los poetas de la generación del cincuenta, la poesía hondureña, vista no a través de poemas aislados, sino en sentido global, rompe viejos moldes, da un viraje completo y se pone al día con el pulso americano. Además de la importante labor desarrollada por Clementina Suarez, los nombres que hicieron posible tal hecho son: Antonio José Rivas (1924); Pompeyo del Valle (1929); Roberto Sosa (1930); Nelson Merren (1931) y Oscar Acosta (1933).

Tales poetas arriban a la mayoría de edad cuando en el país se vive bajo las implicaciones ominosas de la dictadura del General Tiburcio Carías Andino. Cuando éste se retira del poder (1949), el hegemonismo norteamericano termina de consolidarse y se profundiza el nivel de dependencia y explotación. Con ello, las tensiones sociales se agudizan y dan paso al surgimiento del proletariado campesino como fuerza organizada cuyo poder se hace evidente en la gran huelga que conmocionará al país en 1954.

De cara a esa realidad, algunos miembros de la generación del cincuenta (concretamente Pompeyo del Valle en el campo de la poesía y Ramón Amaya Amador en el de la narrativa) asumen una actitud de involucramiento directo en las luchas políticas e ideológicas que literalmente estremecen la vida nacional. Pompeyo del Valle, inclusive conoce la cárcel y las novelas de Amaya Amador se leen en forma subterránea en los campos bananeros. Todavía hay ancianos que guardan la novela en Prisión Verde (1950) consentido de ocultamiento, cercano recuerdo del terror que tuvieron que afrontar por guardar dicha obra en sus modestas viviendas de las zonas controladas por la compañía extranjera.

En los otros poetas, la actitud cuestionadora se mantendrá a través de una obra muy lúcida que revela, en forma directa o al tras luz, las grandes fisuras del sistema. Con diversos grados de impacto, con diversos niveles de compromiso, las obras que fueron abriendo camino son: La ruta fulgurante (1956) y El fugitivo (1963) de Pompeyo del Valle; Poesía menor (1957) de Oscar Acosta; Mitad de mi silencio (1964) de Antonio José Rivas; Calendario Negro (1968) y Color de exilio (1970) de Nelson Merren y Los pobres (1969) y Un mundo para todos dividido (1972) de Roberto Sosa.

Bibliografía:

  • Autores varios (1991) Primer Simposio de Literatura Hondureña. Honduras. Editorial Universitaria  

Antonio José Rivas

Este magnífico poeta hondureño, perteneciente a la Generación Literaria del 45-60; en unión de Oscar Acosta, Roberto Sosa, Pompeyo del Valle y otros, nació en la ciudad de Comayagua, cabecera del Departamente del mismo nombre, en 1924.

A los 61 años de edad, es un poeta respetado y admirado por la fluidez de su verso, a veces enmarcado en un buen burilado soneto, o bien en la conjunción del eptasílabo con el alejandrino, para hacerlo menos serio y más elegre.

Antonio José Rivas hizo sus estudios primarios y secundarios en su pueblo natal, y luego estudió Leyes en la Universidad de Nicaragua y Honduras.

En 1950 obtuvo la Flor Nacional en los Juegos Florales de la ciudad de León, Nicaragua; y posteriormente el Segundo Premio de Poesía del Club Rotario Hondureño, en 1964.
Su obra principal es un Poemario titulado “Mita de mi silencio”, impreso en la Editorial “Suárez Romero” de Tegucigalpa, 1964.

Su producción poética se encuentra dispersa en periódicos y revistas hondureñas.

Aislado en la antañona ciudad de Comayagua, la lección de Antonio José Rivas también ha sido fundamental. En Mitad de mi silencio (1964), por la preponderancia de metáforas e imágenes trabajadas con extremo cuidado, el uso de la palabra adquiere un sentido escultórico, de delectación en su calidad plástica que recuerda la rica tradición del barroco español. Pero la joyería lingüística del poeta no se queda solo en la dimensión lúdica. Hay (como en toda actitud de filiación barroca y neo barroca) una raíz de angustia que aflora cuando menos se espera. De ahí que en Mitad de mi silencio el dolor social también tenga su cuota, tal como observamos en el excelente poema “Mi patria”.

Antonio José Rivas es un poeta serio, ambicioso y fluido.

Bibliografía:

  • Martínez, J. (1987) Literatura Hondureña y su Proceso Generacional. Tegucigalpa, Honduras. Editorial Universitaria. 
  • Autores varios (1991) Primer Simposio de Literatura Hondureña. Honduras. Editorial Universitaria 
Imagen extraída de:  http://www.egrupos.net/albumPhoto/853963/photo_17.jpg

Poema de Antonio José Rivas

Mi patria


Mi patria es una rosa memorable
Sorprendida en el pecho.
Siempre que la pronuncio se descubre
Que le beso la frente
Morazán la eterniza leve y alta,
Pero en el mar me pesa.
Mi patria es una niña
Que aun se busca detrás de los espejos;
Y en la baba de un pez desamorado
Se resbala su nombre.
No hay manera más honda de mirarla
Que pérdida en mis ojos:
Le oigo su lento mundo de ceniza
Y paz deshabilitada;
Un alto rió irremediablemente
Le moja la tristeza;
La sangre se le quiebra en la cintura:
Mitad de la esperanza,
Y es su cuerpo una alondra sollozada
Aunque nadie lo diga.
Mi patria es una lágrima desnuda
Que se esconde en los ojos.
Se diría que todas las cascadas
Le han bebido la risa.
Yo ni siquiera puedo suspirarla
Porque me duele el aire.
La guardo con amor en estas letras:
¡Quiero vivir un poco!


Tema: El tema del poema Mi Patria por Antonio José Rivas contiene dos temas, el primero es el amor y admiración por la patria, Honduras, y el segundo es un dolor por el sufrimiento que por el que está pasando.


Métrica: El poema contiene solo dos tipos de versos heptasílabos y endecasílabos.


Figuras literarias: Encontramos cinco figuras literarias, la anáfora, metáfora, personificación, hipérbole y exclamación retórica.


  • Anáfora: “Mi patria es una rosa memorable / Sorprendida en el pecho. / Siempre que la pronuncio se descubre / Que le beso la frente / Morazán la eterniza leve y alta, / Pero en el mar me pesa.” Se traducen planos reales a imaginarios. Se utilizan diversas metáforas bajo la suposición de que la patria es una rosa que se le besa la frente, etc.
  • Metáfora: “Mi patria es una rosa memorable”, “Pero en el mar me pesa. / Mi patria es una niña”, “Y en la baba de un pez desamorado / Se resbala su nombre.”, “Le oigo su lento mundo de ceniza”, “La sangre se le quiebra en la cintura”, “Y es su cuerpo una alondra sollozada”, “Mi patria es una lágrima desnuda”, “Le han bebido la risa.”, “Porque me duele el aire.” En ésta serie de versos extraídas del poema, se comparan los objetos con relación a la semejanzas que hay entre ellas.
  • Personificación: “Que le beso la frente”, “Mi patria es una niña” “La sangre se le quiebra en la cintura”. Se le atribuyen características humanas a la patria.
  • Hipérbole: “Porque me duele el aire.” Se ofrece una visión desproporcionada de la realidad al afirmar que el aire duele
  • Exclamación retórica: “¡Quiero vivir un poco!” Se busca dar emotividad al mensaje con ésta exclamación.


Bibliografía: Rivas, A. (s.f.) Enplenitud. Extraído el 13 de Septiembre de 2010, de http://blogs.enplenitud.com/ciudaddeletras/2007/10/03/dos-poemas-de-antonio-jose-rivas-aguiluz/

domingo, 12 de septiembre de 2010

Pompeyo del Valle

Nació en Tegucigalpa el 26 de octubre de 1929. Allí ejerció el periodismo en el diario El día y en la redacción de la Revista de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.

La más clara cualidad de Pompeyo del Valle reside, precisamente, en su sencillez, en la diafanidad de su lenguaje, con esa sensación de creerse, y ser, en todo momento, poeta. Desde su primer libro, La ruta fulgurante, de fuerte acento revolucionario, la vitalidad y el optimismo, en cualquiera de los temas tratados, son características de su poesía. Con Óscar Acosta, publicó igualmente una recopilación de poemas de varios autores sobre Exaltación de Honduras.

La ruta fulgurante, libro publicado dos años después de la huelga bananera, responde a un momento de ascenso en el movimiento obrero hondureño. En consonancia con la euforia que se vive en el ambiente, el libro es profundamente optimista. Tras él está Neruda. Pero sus temas y la exaltada conminación a levantarse siguen teniendo validez (“No somos ratas. Somos hombres/ tenemos el deber de cantar y edificar/ haciendo honor al género humano”). Encontramos textos que acuden al cliché didáctico-político. Sin embargo, los sentimos animados de una gran dosis de sinceridad y rebeldía. Su “Discurso para negar la muerte de Sandino”, de título de gran frescura, sigue siendo uno de los mejores poemas al héroe de las Segovias.

En El fugitivo, sin dejar de lado la vertiente de compromiso social en el poema “La Paloma”, Pompeyo del Valle empieza a pulsar otra cuerda: “La de la poesía amorosa e intimista. Ésta-la del mejor Pompeyo del Valle-se continúa a lo largo de todas sus obras. En ella encontramos una transparente lírica de cristal cuya característica más relevante es la presencia de una fina emoción que se entrega mediante una gran sencillez.

Otras obras de Pompeyo del Valle: Antología mínima (1958), Cifra y rumbo de abril (1964), Monólogo de un condenado a muerte (1978), Ciudad con dragones (1980) y Duración de lo eterno (1989). Estos libros, tanto como los mencionados, poseen una relativa irregularidad. Es necesario espigar. Pero la labor de desbrozamiento queda compensada por la calidad de algunas piezas en las cuales se esconde una reflexión o se capta un estado de ánimo, no por fugaz, menos intenso. Quizás por este rumbo se oriente una de las lecciones que Pompeyo ha dado a través de su poesía.


Bibliografía: 
  • Valle, P. (s.f.) Fortunecity. Extraído el 12 de Septiembre de 2010 de, http://members.fortunecity.com/mundopoesia2/autores/pompeyo_del_valle.htm
  • Autores varios (1991) Primer Simposio de Literatura Hondureña. Honduras. Editorial Universitaria  

Imagen extraída de: http://www.ipernity.com/doc/fdc/957975

La Poesía de Pompeyo del Valle

Miembro de la “Generación del cincuenta”, el aporte de Pompeyo del Valle (Tegucigalpa, 1929) ha sido decisivo en el rumbo que en las últimas décadas ha tomado la poesía hondureña a la cual ha sumado los títulos siguientes: La ruta fulgurante (1956), Antología mínima (1958), El fugitivo (1963), Cifra y rumbo de abril (1964), Nostalgia y belleza del amor (1970), Monólogo de un condenado a muerte (1978), Ciudad con dragones (1980) y Duración de lo eterno (1989).

1. La ruta fulgurante
Toda obra literaria plasma, en cualquiera de sus opciones, la relación entre el escritor y el grupo social. Para el “realismo crítico”, el artista, si es auténtico, tiende a reflejar las contradicciones existentes en la sociedad. Pompeyo del Valle, en una de las facetas de su trabajo, lleva a la práctica el conocido principio luckacsiano, indispensable para entender La ruta fulgurante, una obra con un trasfondo esencial: la gran huelga bananera del 54, hecho que significó un avance cualitativo en el movimiento obrero de Honduras y cuyo eco de optimismo y de fe en el poder de la organización popular es fácilmente percibible en todo el libro:

Estamos aquí
para ser su eco (se refiere a la “voluntad popular”)
para hacerla triunfar.
vivimos con el pueblo,
en él, por él,
diciendo con palabras concisas
las resoluciones de los hombres.
………………………………………………………..
Nuestras canciones son anchas como la Tierra
y las incorporamos a nuestra dura,
terrible lucha.
Unimos nuestras voces
-enlazados por la dialéctica viva del combate-
a las de todos los seres oprimidos.
Ya no soñamos sino sueños posibles
e inscribimos nuestros nombres
en las decisivas, proletarias banderas.

Contra una postura aislacionista, el poeta recuerda el compromiso del escritor con los sectores populares, enfrentados a la “dura/terrible lucha” de la cual el artista (“eco” de la voluntad popular”) no puede abstraerse. La confrontación social antagónica y el papel que en su solución le corresponde al intelectual, inscrito “en las decisivas, proletarias banderas”, se objetivan con nitidez y constituyen temas recurrentes en La ruta fulgurante.

A casi cuarenta años de haber sido escritos, después de escuchar ideas similares en canciones y proclamas, versos como los transcriptos pueden sonar a clichés. Pero en 1956 eran impactantes. Traducían el momento de euforia política y –lo que es más relevante- estaban respaldados por la militancia política del autor. La confluencia teórica-práctica avalaba la creación poética. Tanto en planos estéticos como humanos, los versos de Pompeyo del Valle asumían el rol de un manifiesto.

En La ruta fulgurante encontramos el germen de lo que posteriormente constituirá el aporte más significativo de Pompeyo del Valle a la lírica hondureña: el de la poesía intimista, atenta a la capacitación de los movimientos sutiles del espíritu. Una poesía cuya fuerza radica en el fondo emocional que la sustenta. En este libro, un ejemplo, no totalmente logrado, es “Elegía para una perrita llamada Lassie”:

Tú no lo sabes, Lassie, pero así,
así, sencillamente como tú, así, pequeña Lassie, sobre el mundo
todos los días mueren muchos hombres.

Ante esas muertes el poeta se rebela. También lo hace por los “muchos dolores” que “deambulan silenciosos por las calles”. Pompeyo del Valle no se conforma con el sufrimiento. Pretende acabar con las causas sociales que lo provocan o lo intensifican. Por ello, La ruta fulgurante, hasta en el título, es un libro de carácter combativo. Justamente, por esta razón, con relativa frecuencia, deriva hacia un tono grandilocuente y enfático dirigido expofresamente sobre el lector para obtener una respuesta de éste: su toma de conciencia de la situación existente en el país. En este sentido, la intención utilitaria de la poesía es evidente y lastra muchos de los textos. Pero en el libro –como señala Galel Cárdenas- se percibe “sinceridad”, “vitalidad” y “autenticidad política”. Estas virtudes –en poemas como los comentados- explican el porqué del papel que Pompeyo del Valle ocupa en nuestras letras.

2. El fugitivo

El fugitivo, pese a la aparente negatividad del título, se enmarca en la misma atmósfera de La ruta fulgurante. Poesía de militancia revolucionaria y de sinceridad desbordante que expresa el gozo de vivir y exalta la libertad, la solidaridad, el amor, el trabajo, la unidad popular y la capacidad transformadora del hombre. Poesía en donde –como contraparte- se rechaza la explotación y se denuncia la persecución política.

3. Cifra y rumbo de abril

Con ilustraciones de Alvaro Canales, siete breves poemas (134 versos) conforman Cifra y rumbo de abril, libra cuya dedicatoria –a Manuel Cáliz Herrera y Juan Pablo Wainwright- se encuentra en consonancia con el contenido: a manera de mural, al cumplirse diez años de la gran huelga bananera, el poeta (como lo hace Canales con la primera ilustración) proclama su validez: expone las condiciones sociopolíticas del país; ratifica la necesidad de la lucha popular; recuerda a un dirigente muerto y señala a instituciones que polarizan el antagonismo de clase (“Ejército asesino” – Partido Comunista).

4. Nostalgia y belleza del amor

Veinticuatro poemas encontraremos en Nostalgia y belleza del amor. “Estudio de mi madre”, “Estudio de una niña”, “Estudio de un gato”, “Muchachas de los internados”, “Niños del arroyo”, “Enigma”, “Memoria de esta luz”, “3 canciones para encontrar un camino”, “El pájaro”, “La palabra libertad” y “Si hubiéramos tenido una casa” pueden figurar en cualquier antología. En los trece restantes, la fácil solución, el lugar común y cierta dosis de snobismo impiden la valoración positiva global del poemario, dedicado –como su nombre proclama- a la manifestación del sentimiento amoroso.

5. Monólogo de un condenado a muerte

En Monólogo de un condenado a muerte encontramos un giro temático que el mismo título anuncia: el pesimismo, la amargura, la pérdida de la juventud, la destrucción de los sueños, la desolación frente a la soledad, la muerte, jalonan los trece poemas y nos conducen a un mundo vacío de solidaridad y esperanza.

6. Ciudad de los dragones

Los dragones, símbolo de agresividad, sirven de acápite sintetizador de la intención de Pompeyo del Valle: trazar sin concesiones laudatorias, aunque con un gran sustrato de amor y fascinación el perfil de Tegucigalpa. Diecinueve poemas bastan para ello.

7. Duración de lo eterno

Conforman este libro diecinueve poemas en donde el tratamiento del tema del amor no logra conmovernos. Sin excepción: soluciones fáciles, adjetivación vacía, lugares comunes y planteamientos carentes de novedad. Duración de lo eterno, un traspiés en la bibliografía del poeta Pompeyo del Valle.


Bibliografía: Umaña, H. (1992) Ensayos sobre literatura hondureña.Tegucigalpa, Honduras. Editorial Guaymuras.

Poema de Pompeyo del Valle

Honduras

Sobre esta Honduras de fusil y caza,
de asfixiado color y amarga vena,
se oye gemir el mapa de la pena
que en murallas de sal de despedaza.

Bajo esta Honduras de metal y maza,
de enterrado perfil -laurel y arena-
como un tumulto de cuchillos suena
la atormentada sangre de la raza.

Pero otra Honduras de potente aurora,
decidida y total y vengadora
alza la frente perseguida y bella.

Porque una tropa juvenil se agita
bajo su cielo y en su voz gravita
el porvenir, fundado en una estrella.


Tema: El poema Honduras trata sobre una Honduras golpeada por guerras y sufrimientos pero que a pesar de esto, se levanta a defender a su pueblo.

Métrica: La métrica del poema Honduras por Roberto Sosa es perfecta, todos sus versos son endecasílabos.

Figuras literarias: En el poema encontramos alegoría, metáfora, símil o comparación y polisíndeton.

  • Alegoría: “Sobre esta Honduras de fusil y caza, / de asfixiado color y amarga vena, / se oye gemir el mapa de la pena / que en murallas de sal de despedaza.” Ésta estrofa refleja un buen ejemplo de alegoría ya que forma una serie ininterrumpida de metáfora.
  • Metáfora: “Bajo esta Honduras de metal y maza, / de enterrado perfil -laurel y arena-.” 
  • Símil o comparación: “Bajo esta Honduras de metal y maza, / de enterrado perfil -laurel y arena- / como un tumulto de cuchillos suena / la atormentada sangre de la raza”. Se hace una comparación de la sangre de las personas suena como un tumulto de cuchillos. 
  • Polisíndeton: “decidida y total y vengadora”. Su utiliza más conjunciones de las necesarias, en este caso el “y”.

Bibliografía:
Valle, P. (29 de Mayo de 2006) Litart. Extraído el 12 de Septiembre de 2010, de http://litart.mforos.com/1192921/6969731-pompeyo-del-valle/