domingo, 12 de septiembre de 2010

Pompeyo del Valle

Nació en Tegucigalpa el 26 de octubre de 1929. Allí ejerció el periodismo en el diario El día y en la redacción de la Revista de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.

La más clara cualidad de Pompeyo del Valle reside, precisamente, en su sencillez, en la diafanidad de su lenguaje, con esa sensación de creerse, y ser, en todo momento, poeta. Desde su primer libro, La ruta fulgurante, de fuerte acento revolucionario, la vitalidad y el optimismo, en cualquiera de los temas tratados, son características de su poesía. Con Óscar Acosta, publicó igualmente una recopilación de poemas de varios autores sobre Exaltación de Honduras.

La ruta fulgurante, libro publicado dos años después de la huelga bananera, responde a un momento de ascenso en el movimiento obrero hondureño. En consonancia con la euforia que se vive en el ambiente, el libro es profundamente optimista. Tras él está Neruda. Pero sus temas y la exaltada conminación a levantarse siguen teniendo validez (“No somos ratas. Somos hombres/ tenemos el deber de cantar y edificar/ haciendo honor al género humano”). Encontramos textos que acuden al cliché didáctico-político. Sin embargo, los sentimos animados de una gran dosis de sinceridad y rebeldía. Su “Discurso para negar la muerte de Sandino”, de título de gran frescura, sigue siendo uno de los mejores poemas al héroe de las Segovias.

En El fugitivo, sin dejar de lado la vertiente de compromiso social en el poema “La Paloma”, Pompeyo del Valle empieza a pulsar otra cuerda: “La de la poesía amorosa e intimista. Ésta-la del mejor Pompeyo del Valle-se continúa a lo largo de todas sus obras. En ella encontramos una transparente lírica de cristal cuya característica más relevante es la presencia de una fina emoción que se entrega mediante una gran sencillez.

Otras obras de Pompeyo del Valle: Antología mínima (1958), Cifra y rumbo de abril (1964), Monólogo de un condenado a muerte (1978), Ciudad con dragones (1980) y Duración de lo eterno (1989). Estos libros, tanto como los mencionados, poseen una relativa irregularidad. Es necesario espigar. Pero la labor de desbrozamiento queda compensada por la calidad de algunas piezas en las cuales se esconde una reflexión o se capta un estado de ánimo, no por fugaz, menos intenso. Quizás por este rumbo se oriente una de las lecciones que Pompeyo ha dado a través de su poesía.


Bibliografía: 
  • Valle, P. (s.f.) Fortunecity. Extraído el 12 de Septiembre de 2010 de, http://members.fortunecity.com/mundopoesia2/autores/pompeyo_del_valle.htm
  • Autores varios (1991) Primer Simposio de Literatura Hondureña. Honduras. Editorial Universitaria  

Imagen extraída de: http://www.ipernity.com/doc/fdc/957975

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